lunes, 17 de agosto de 2015

Los miserables organizadores de los Miserables. (Artículo de diciembre 2014)

Granada, 30 de noviembre. Palacio de los Deportes de Granada, doble sesión del musical Los Miserables. Inversión familiar de más de 300 euros para 4 buenas localidades en las primeras filas. Hasta ahí todo bien. Un buen regalo que hay que hacerse de vez en cuando. La primera sesión era a las 4.30 de la tarde y henos allí un montón de gente en cola desde las 3.30 hasta las 4.10 a la intemperie con unos 8 grados (menos mal que no llovía) por algún problema organizativo. Mucho enchaquetado organizando, mucho pinganillo hablando, pero la gente en dos inmensas colas. Se sube un tipo a un murete y se pone a dar voces diciendo que todos con la entrada en la mano. Simplemente ridículo. Parecía los previos de una actuación de final de curso. Bueno, si es por los Miserables habrá que sacrificarse. Entramos y todo amabilidades para sentarnos en la fila 4. Magnífico.
Patio de butacas, 80 euros la entrada, ¿patio? ¿butacas? Pues ni patio ni butacas ya que en la pista y con una mínima elevación que casi te imposibilita a ver bien en unas sillas de plástico sin reposabrazos, todas muy pegadas unas a otras, como en un tren en Bombay. O sea, ni patio ni butacas.
¿Guardarropa? ¿Cómo? ¿Mande? Nada de nada. Los chaquetones al suelo, al pequeño espacio que había delante de las sillas, y con cuidado de pisarlos. Bueno habrá que tomarse algo en las cafeterías del pabellón de deportes de Granada. ¿Café? ¿Cómo? Una maquinilla ridícula, casi de juguete para cafés a dos euros, sin nada más. Ah, sí, cocacola helada y palomitas en una representación musical. Menos mal que los de detrás dejaron de engullir cuando empezó la función. Ni en un matinal de los años 80, vamos.
¿Fotocall? ¿Venta de merchandaising? ¿Qué? Sí, oiga, como en el Teatro Cervantes este verano. Nada de nada, un desastre.
El sonido regular tirando a malo (lo dijeron unos músicos profesionales sentados al lado, al ladísimo nuestra), pero bueno, todo muy bien, pero los dolores de la espalda empiezan a hacer estragos. No eran las sillas de madera de Semana Santa, pero parecido. La gente levantando el cuello como las tortugas para ver algo, menos mal que estabamos en la fila 4. A la niña le colocamos disimuladamente un abrigo para elevarla un poco.
En el descanso, nunca mejor dicho, nos tuvimos que ir por las molestias de mi señora en el cuello por una localidad tan incómoda, recuerden ni patio ni de butacas.
Y claro en las modernidades de hoy en día, están las páginas webs y los correos electrónicos que te mandan luego para que des tu opinión. Y claro, le mandamos un correo contándole lo que nos pasó. Que nos tuvimos que ir a mitad de representación por la incomodidad de las sillas y que nos gustaría que nos proporcionasen unas entradas para próximas representaciones en alguna ciudad de España. Fue dirigido a la dirección  webstage@stage.es
¿Cual ha sido la respuesta?  Publicidad de nuevos eventos.  Increible la falta de profesionalidad de los organizadores de los Miserables, que son unos miserables, como los amos del mesón, cutres a no poder más.

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