miércoles, 12 de agosto de 2015

Procesión de la Virgen de los Ángeles o la grandeza de lo sencillo. (Artículo publicado en septiembre 2013)

La grandeza de lo sencillo, de lo natural, todo ello aderezado con la salida histórica, por primera vez en procesión, de la Virgen de los Ángeles, aunque parece ser que alguna vez hubo una romería con Ella por los campos aledaños.  Quizá por ello algunos ancianos lloraban a la salida, emoción que se contagia rápidamente entre todos los asistentes y familiares.
La tarde prometía emociones fuertes, en un veranillo de San Miguel que hizo sudar a los componentes de la Agrupación Musical del Ángel Custodio de Rute, para los que fue todo un honor participar de manera desinteresada en esta procesión.  El ángel en plata del banderín observaba el estofado del manto de la Señora y sus músicos iban acompasando el lento avanzar del trono, en una procesión que poco a poco fue cogiendo ritmo, con el colofón de la subida, casi del tirón, de la cuesta de regreso.
Escueto cortejo, pero muy bien formado, con las clásicas hachetas, correcto grupo de acólitos que perfumaron de incienso el trono, con la curiosidad de que la campana tuvo que ser amarrada con cíngulos ya que hubo problemas para encajarla y atornillarla en los varales.
Versiones muy peculiares del Resucitó o Costalero, a los sones cordobeses, y la llegada al barrio, que observaba atónito un trono en octubre. A muchos hubo que explicarle que no era la Virgen bajo palio que baja, que bajaba en Cuaresma. Era la Patrona del barrio, la que le da nombre a Miraflores de los Ángeles.
Emotivo paso ante la parroquia y luego avanzaba la noche con el fondo de los goles televisados y el sorteo de varios cables, por lo que hubo que bajar las patas en varias ocasiones. El trono fue mecido con el cuadrado o los 5 pasos y mecida, además de izquierdazos largos, ya que mayordomos y portadores se sentían agusto.  Incluso hubo toques de campana para el restaurador, Enrique Salvo, o parte de los acólitos.
Y llegó el momento mágico de la noche. El trono se adentró por las callejas de la parte alta de la avenida de Miraflores. Por primera vez en la historia, que se sepa, un trono transitaba por las calles Tristán de Silva y Pepe Santiago. Antes había sido novedad, Cristino Martos y la redonda plaza de Eduardo Dato, y el peculiar zigzag sorteando pivotes del paso de la mediana de la avenida.  Una parada descanso en sus esquinas y aparece una buena mujer con un perro, que supongo había sacado para pasear. Le pregunta al capataz si puede rezarle a la Virgen y de pronto se hace un silencio absoluto, roto por esta sencilla oración.
Una jornada para el recuerdo, un gran trabajo de un escaso grupo de cofrades, a la espera de saber si esto es el inicio de unos cultos internos y externos al uso cofrade o esta procesión se queda en eso, en histórica y extraordinaria.  Personalmente pienso que se debe repetir, y hacerla coincidir con la festividad franciscana de primeros de octubre, ya que en agosto todo es más complicado. Esta talla, esta advocación merece ser más conocida, tanto en el barrio, como en toda la ciudad, al tratarse de una de las 3 Vírgenes más antiguas de Málaga, y es un preciado tesoro que hay que compartir.
Eso sí, algún tironcillo de orejas a los amigos que dijeron eso de “izquierda alante”. Se les “perdona” por el mal de altura de la subida al cielo de Málaga, como dijo el mayordomo en un arranque poético.
Buen trabajo de Gálvez en algunas curvas muy difíciles y de  Borja en la cola, con la dificultad de los varales cortos, donde hubo varias mujeres, y un submarino que se notó.
Referir que la procesión fue organizada por el grupo de cofrades de la Virgen del Refugio de los Ancianos, y visto lo visto, auguro que se avecina un periodo de esplendor para esta advocación, al igual que para el futuro Cristo.  Sin duda, el Asilo de los Ángeles respira en clave cofrade, siempre con la ayuda y colaboración de otras hermandades, a saber ciriales y ánforas de la Salud, entre otras.

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