viernes, 28 de agosto de 2015

De campanas, llamadores y timbres. (Artículo publicado en la web cofradesgamarra en agosto 2014)

¿Quién no ha oído alguna vez el sonido de la campana de un trono de Málaga? ¿Quién no ha deseado alguna vez poder toca el frío metal o golpearla fuertemente con el martillo? ¿Quién no lo ha hecho en alguna ocasión con los nudillos de la mano y ha pegado el oído para escuchar esa vibración metálica que se va transmitiendo por los varales? ¿Quién no se ha fijado en las muescas por los martillazos? ¿Quién no ha leído sus mensajes escritos?
La campana de trono en la parte delantera de los varales es esencia malagueña, aunque no sólo es característica de aquí, sino que puede verse en otras ciudades andaluzas o incluso en la zona levantina o castellana. 
Se habla de la influencia marinera de las campanas, como las que en los barcos avisan y ordenan a la tripulación o las que marcan el paso de las horas desde las iglesias. Pero claro, lo de la influencia del mar se relativiza cuando se ven en ciudades de interior.
Las campanas tienen un lenguaje propio y según su aleación metálica y tamaño pueden matizar el sonido, existiendo en la ciudad algún "experto", que sabe diferenciar algunas de ellas con tan solo oírlas. También es un factor muy importante si son golpeadas con martillo metálico o con uno de madera. En ese segundo caso es necesario dar un golpe más fuerte. No hay nada más triste que un toque pusilánime o flojo, ya que las órdenes deben ser rotundas, y sobre todo llegar hasta el final del trono, más aún con la barrera sonora que producen los mantos.
Málaga es tierra de campanas, un trono sin ella no tiene sentido, la campana es la guía que casi levita atornillada a los varales centrales, con el acompañamiento artístico, en algunas ocasiones del arco de campana, con ejemplos de gran barroquismo como el del trono del Cristo de la Sangre.
En Semana Santa suenan campanas por las esquinas de la ciudad, su sonido anuncia que se acerca un trono, bien con los toques de atención para los portadores distraídos, los tres toques para levantar (dos más seguidos y uno posterior más distanciado) los toques únicos de recuperación cuando se ha perdido el paso o el trono se está hundiendo, o los tan típicos tres toques seguidos y uno posterior para levantar a pulso. En este último caso, las cofradías que levantan sus tronos a pulso suelen tener "martillos de pulso", con el mango más largo para poder llegar a la campana para avisar de la bajada.
Frente a la campana, el llamador, que es una especie de aldaba horizontal que va sobre la base del paso o trono. Es curioso cómo hay distintas combinaciones y así hay algunos pasos con campana y tronos con llamador (es curioso darse una vuelta por youtube en ciudades como Jaén, Almería, etc. etc.).  El llamador tiene un sonido más seco, menos sonoro, es un simple golpe tras varios previos de aviso, con la importante diferencia que antes de su uso el capataz encargado de avisar suele decir algunas palabras o voces (alguna sumamente exageradas) para prepara a costaleros, cargadores, prominentes u otras figuras que van bajo los pasos o tronos.
Además de campanas y llamadores hay otras variantes, como las chapas metálicas donde se golpea con un bastón (Murcia), o los prosaicos timbres, de los cuales tenemos en Málaga el ejemplo de Servitas, que avisa con un zumbido de las maniobras para levantar o bajar las andas. Y claro, en muchos lugares es la persona que va al mando la que da la órdenes a viva voz, normalmente en tronos pequeños o andas.
Todas las opciones son válidas, aunque si me permitís, me quedo con la sonoridad de las campanas. Todavía resuena el eco por los jardines de Gamarra de la que sonó en la mañana del Viernes de Dolores.   
Ah, y una curiosidad, la campana más grande que ha guiado un trono fue la de la torre de la Basílica de la Esperanza, cuando se pasaron en la madrugada del Viernes Santo por primera vez los dos tronos en paralelo por el puente de la Esperanza, que se levantaron a la orden de las campanas del campanario de la Basílica. 


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