miércoles, 14 de octubre de 2015

El adiós a la saga cerámica de los Ruiz de Luna en Málaga.

Este verano nos enteramos de la triste noticia del fallecimiento de la pintora y ceramista Amparo Ruiz de Luna. Tras una dilatada trayectoria artística, nos dejaba la amiga Amparo, con 75 años de edad, legándonos una impresionante herencia artística en los miles de trabajos que jalonan toda la provincia malagueña y parte de España.  Amparo, genio y figura, aún recuerdo lo serio que se tomó la revisión de los textos de los libros de cerámica cuyo borrador le llevé en exclusiva.

Desde pequeña, Amparo se crió entre azulejos y pinceles, entre pigmentos y hornos, entre esmaltes y estarcidos, todo ello de la mano de su padre, el mítico Juan Ruiz de Luna, que desde tierras talaveranas se instaló en la Costa del Sol, buscando abrirse nuevos mercados, lo cual consiguió en poco tiempo, al convertirse en un referente cerámico que fue de la mano del boom de la construcción de los años 70.



El testigo lo tomó su hija Amparo, que heredó su taller de calle Bodegueros, quedando para la historia el trabajo conjunto en el zócalo que rodea a la Patrona de Málaga, Santa María de la Victoria,  en su Real Santuario, así como la cerámica decorativa de jardines, urbanizaciones, rótulos, etc.

Pero si en algo fue única, fue en los belenes, que año tras año se convirtieron en una tradición familiar, visitándose en las múltiples exposiciones. Los Nacimientos de Amparo son piezas exclusivas e irrepetibles, tridimensionales y llenas de vida y mensaje, configurando un paisaje ascendente pleno de colorido e imaginación, con cierto aire naif e infantil.



Pues bien, estábamos preparando una comunicación de homenaje para el VI Encuentro Cerámico, que tiene lugar este año en Sevilla, sobre la figura de Amparo Ruiz de Luna, cuando me cuestionaba el futuro del taller de calle Bodegueros y si su sobrino Carlos Ruiz de Luna iba a continuar trabajando en él.

Pensaba en el amigo Carlos, intentado localizarlo, cuando de repente, zas, como un aldabonazo me llega la noticia de su repentino fallecimiento a los 51 años edad. De improviso, en poco más de 3 meses, nos hemos quedado sin dos amigos y sin dos grandes artistas, Carlos y Amparo. Increible.

Si Amparo era lo clásico, el aire talaverano, y la ingenuidad de sus belenes, Carlos era la innovación y la provocación en sus concepciones vidriadas. Carlos era un tipo peculiar, con cierto aire bohemio, con impresionantes bodegones abstractos dignos de colgar en los mejores museos de arte moderno.




   Me quedo sin dos grandes amigos. Ya no me recibirán más en su encantador y algo caótico taller, con cierto aire mágico, donde una mañana apareció una lavadora en el patio, que vino volando por un tornado. Ya no oiré más las quejas de Amparo por la destrucción de alguna de sus producciones cofrades (Pollinica, Patronos, etc) y sobre todo, ninguno de los dos verá el anhelado museo Ruiz de Luna, del que tantas promesas se habían vertido y que aún es una quimera.

Málaga debe homenajear a estos dos genios currantes de la azulejería.  Y lo debe hacer de varias maneras:

1.- Reconociendo el legado de la familia con la apertura del Museo.  Ya está bien de capotazos y de pasadas como las del ínclito Damian Caneda e indirectamente del alcalde, al que le ha faltado valor político para acometer un proyecto mucho menos ambicioso y costoso que otros museos de la ciudad. Quizá el taller de Bodegueros con una ampliación podría ser una opción interesante.

2.- Reconociendo su amor a Málaga con la denominación de una calle conjunta con el nombre de Ceramistas Amparo y Carlos Ruiz de Luna. Igual ocurrió hace años con la calle concedida a su padre.


3.- Y a la cofradía de la Expiración, que creo que va a retirar los antiguos mosaicos del taller Ruiz de Luna por otros nuevos de mejor ejecución, les ruego que los retiren unos profesionales para que no sufran desperfectos y quizá puedan ser cedidos a la futura colección del Museo. Ah, y lo mismo con el Rescate, que tiene guardado en cajas un antiguo mosaico que desmontaron ya hace años.



El mundo cofrade tiene una deuda con Amparo porque muchos de sus trabajos no fueron comprendidos, ya que siempre se salió del gusto habitual fotográfico que nos caracteriza.

Para finalizar, trasladar mi más sentido pésame a sus familiares, en la certeza que Jesús y su Madre, los han recibido con los brazos abiertos, agradeciendoles todas las veces que los pintaron, y en especial la Virgen de los ojos verdes, la Paloma, que en su mosaico de la plaza de San Francisco, deja la oración más sentida, profunda y conjunta de estos dos amigos.

Descansen en paz.


1 comentario:

  1. Muchas Gracias, de corazón apenas las lagrimas me dejan leer tan bellas palabras para mi tía Amparo y mi querido hermano Carlos.Estamos muy tristes por su partida y por su perdida, con ellos se termina como bien dice, una saga...Espero que Málaga sepa reconocerles y sepa darles el lugar que creo que se han ganado a pulso. Espero que pronto podamos ver el Museo de Ruiz de Luna en Malaga, eso significara mucho para mi familia y para mi. No pararemos hasta conseguirlo, luchare hasta que esto se haga realidad, ya que ellos se fueron intentado que esto se hiciese. Gracias por sus palabras y por su articulo.
    Un abrazo. Estela Sanchez Ruiz de Luna.

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