jueves, 2 de marzo de 2017

El Nazareno del Perdón, en el interior de Gamarra. Palmas y ceniza.

Parecería que todos los momentos cofrades se repiten y que no hay nada nuevo, pero ayer se vivió un hecho histórico. La Cuaresma comenzó con la imposición de la ceniza y el paso de la comitiva de Nueva Esperanza por el interior del recinto de Gamarra.  Era la primera vez que entraba el Cristo de García Palomo por dicho enclave, recordando cómo la Virgen lo hizo hace 4 décadas para su bendición, allá por 1977, hecho que repitió en su 25 aniversario.

Aunque la hora prevista de llegada del cortejo, que abría la típica cruz guía de Toledano, en madera dorada, eran las 9.30, la espera se retrasó hasta casi las 10, cuando un nutrido grupo de familiares y alumnos, unas 300 personas, esperaban a la procesión.

Se vivieron momentos mágicos, de silencio, recogimiento y oración, con el recibimiento de la directora y varias religiosas de las Hijas de Jesús, así como representantes de Cofrades de Gamarra, portando palmas, que escoltaban el estandarte de Santa Cándida.

Hablaba luego con mi buen amigo Andrés, que qué pintaban las palmas un Miércoles de Ceniza. Pues la verdad es que no son habituales, pero tienen un claro sentido de la repetición anual del tiempo litúrgico, ya que la ceniza que se nos impone se realiza con la quema de las palmas y los ramos de olivos del año anterior. Por lo tanto, esas palmas que ayer lucían escoltando a la santa, quizá la tengamos el año próximo en nuestras cabezas, recordándonos la penitencia, la limosna y la oración, en este tiempo de conversión que comienza hoy.




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