La cercanía de la festividad de Pentecostés es, con toda seguridad, una buena fecha para hacer un breve recorrido por los distintos azulejos o mosaicos centrados por la imagen de la Virgen del Rocío, que se venera en el altar mayor de la parroquia de San Lázaro, en el barrio de la Victoria.
Sin duda, el blanco de su vestimenta mantiene un claro paralelismo devocional con el color de la túnica que cada Lunes Santo cruza el Puente de la Aurora, acompasada por el lento caminar de Jesús Cautivo. Color blanco y manos dialogantes con el devoto; las de Él, amarradas; la de Ella, ofrecidas y cercanas.
Durante más de tres décadas fue párroco de San Lázaro D. Francisco Ruiz Furest, y esta dedicación ha quedado reconocida con la concesión de una calle en la zona donde el Altozano desemboca en el Jardín de los Monos, siempre con la mirada atenta y bronceada de Miguel de los Reyes. El mosaico es una típica obra del prolífico Pablo Romero, con la tradicional orla que vemos en todos los centros escolares de la Fundación Diocesana de Enseñanza. Destacar la presencia de los escudos corporativos de las hermandades victorianas del Rocío y el del Rescate, ambas íntimamente relacionadas con esta sede canónica. Es de justicia comenzar el relato con este sencillo mosaico (no carente de una estudiada composición para conjugar el texto con el personaje) recuerdo del protagonista de decenas de cultos y procesiones de la Novia de Málaga.
La notoriedad popularidad de esta Virgen no podía pasar desapercibida para el fenómeno cerámico, y así grandes maestros como aficionados a la pintura sobre azulejo han intentado plasmar su peculiar rostro valenciano que a principios de los años 30 del siglo pasado se convirtió en santo y seña de todo un barrio y por extensión de la ciudad que lo cobija.
Quizá por el mérito de dos devotas, merezca recordar en primer lugar los sencillos mosaicos sitos en la calle Mariblanca y en la propia Plaza de la Victoria, justo en el bar Pedroso, ya que tienen muchos elementos comunes.
Ambos están hechos por mujeres sin un taller o producción destacable, de ahí de su valor añadido, siendo más bien una oración pintada al horno, con ciertos aires naif, bajo las firmas de Carmen Pastora y C. Flores (esta última ya fallecida y vecina del Compás de la Victoria, según nos informaron en el bar donde se ubica la pieza)
Estamos ante dos estilos distintos: el azulejo plano pintado a mano y la cuerda seca. Ambos conviven con la amenaza de las obras de los edificios que los cobijan. Así denunciabamos hace más de un año el riesgo que corre el de calle Mariblanca en la web cerámica.
En la calle Mariblanca, del malagueño barrio de la Victoria, nos encontramos una vivienda de dos plantas en estado ruinoso, abandonada y a la espera de demolición, suponemos para la construcción de un nuevo edificio. Como en otros casos la dejadez ha sido una de las causas de llegar a la situación actual. Es una de esas típicas construcciones de finales del XIX o principios del XX, con aire regionalista y sencillo, que abundan en los barrios clásicos y que van desapareciendo poco a poco fruto de la especulación..
En la que nos ocupa, y junto a dos puertas tapiadas, nos encontramos un sencillo retablo cerámico de la Virgen del Rocío, la Novia de Málaga, que procesiona por dicha calle cada Martes Santo, camino del centro de la ciudad, en la actualidad a primeras horas de la tarde.
El mosaico de forma cuadrado de 45 cm. de lado, viene firmado por Carmen Pastora, autora de la que aún no tenemos referencias, estando protegido y casi ahogado por una absurda reja que dificulta su visión y limpieza, que antaño sirvió para colocar flores cercanas al rostro de la Virgen, aunque tal vez haya conseguido en los últimos meses no ser expoliado.
El mosaico de forma cuadrado de 45 cm. de lado, viene firmado por Carmen Pastora, autora de la que aún no tenemos referencias, estando protegido y casi ahogado por una absurda reja que dificulta su visión y limpieza, que antaño sirvió para colocar flores cercanas al rostro de la Virgen, aunque tal vez haya conseguido en los últimos meses no ser expoliado.
La expresión de la efigie está ciertamente conseguida, con una mirada ensimismada y un rotundo contraste del blanco de la veste y el aro de estrellas (tan característico de esta advocación) frente al fondo oscuro de la composición, junto a los matices nacarados de la tez y el dorado de una medalla que pende de su cuello. La Virgen casi parece un clavel reventón blanco, como los que adornan sus ánforas, aunque desentone el rótulo con el nombre Rocío, en un tamaño casi similar a la firma del artista, en una rotulación poco tratada.
Desde estas líneas insto a la hermandad del Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario y la Virgen del Rocío, como a la Concejalía de Cultura a que intenten que este mosaico de azulejos no se pierda, independientemente de su valor artístico, ya que es un retazo de devoción popular que debe mantenerse en el mismo lugar, una vez se construya de nuevo, para así no perder parte de la esencia de este barrio victoriano, mariano como el primero, que asimismo acoge a la Patrona de la Ciudad, Santa María de la Victoria.
Ciertamente la Virgen del Rocío ha tenido muy mala suerte con el mantenimiento de sus cerámicas populares, ya que nos consta la existencia de al menos tres pérdidas, ninguna de ellas de gran valor pero sí ubicadas en lugares estratégicos del barrio, como la calle Lagunillas, un bar del Jardín de “los Monos” y otra pequeña pieza en la calle Pedro de Molina.
A ver si entre todos, y con la ayuda de la Virgen del Rocío, lo conseguimos.
La pieza de la Plaza del Jardín de los Monos (la Plaza de la Victoria) es sencillamente encantadora en su simpleza. La cuerda seca es la técnica de una pieza que sobresale por el trabajo de los pliegues del arreglo de la imagen. El texto, el fondo celeste y la madeja que va reliándose en la cenefa culminan una pieza que habla del mérito de este oficio y de los múltiples niveles estilísticos y de calidad, donde cada trabajo hay que analizarlo en su justa perspectiva.
Continuamos el paseo cerámico con la Virgen del Rocío y ascendemos por la zona de Barcenillas. Allí desde el 24 de mayo de 1985 (como puede verse inscrito en la pieza) preside el entorno vecinal un mosaico realizado en el taller que Amparo Ruiz de Luna tiene en la calle Bodegueros. Estamos así ante una obra de taller, dando así el salto al campo profesional en un trabajo de 0,75 x 1,05 m prototipo de la producción de los Ruiz de Luna, con un claro guiño talaverano en los ocres y blancos en la guirnalda que enmarca a la efigie.
Amparo evita el desarrollo “casi fotográfico” de las imagenes y apuesta, una vez más, por un estilo característico en el que no busca efectismo ni la fácil aceptación, siendo un arte menos asumible por el mundo cofrade, algo ciertamente injusto en una temática que necesita de ciertos aires renovados, ya que si no puede languidecer en su ensimismamiento.
La Novia de Málaga nos mira desde calle Pinosol a una altura considerable y de nuevo extiende sus manos hacia abajo escoltada por dos prosaicos farolitos que le proporcionan luz por la noche. El rectángulo compite geométricamente con los aparatos de aire acondicionado y el propio nomenclator de la vía, siendo una pieza ciertamente desconocida por encontrarse en una zona poco transitada, a excepción de los vecinos, los cuales aún recuerdan aquellos turnos de vigilia en Pentecostés junto a la Virgen en un local que se adaptó como capilla efímera durante varios años, en una costumbre que no llegó al nivel de tradición allá por la década de los ochenta.
El paso del tiempo ha aportado un aire clásico a los azulejos de este mosaico y así aparece el fenómeno del craquelado, en el cual el esmalte se va cuarteando, como podemos apreciar en el fondo azul marino que enmarca a la Virgen.
La antigua casa hermandad, en calle Amargura, se une a la nómina cerámica, y así la cuarta propuesta es la de Juan Valdés, un prestigioso y poco conocido pintor y ceramista sevillano que en 1987 realiza para la fachada de la casa hermandad del Rocío dos auténticas obras de arte, tal vez poco reconocidas por la altura a la que se encuentran.
Estamos ante un gran mural de 1,05 x 1,65 m que hace pareja con uno del cotitular, el Nazareno de los Pasos, y que alivia, en parte, el ahogo de la fachada entre edificaciones de mayor altura. Como curiosidad destacar cómo la Virgen está retratada a partir de una fotografía invertida, lo que no es óbice para deplegar toda su esencia maternal en un trabajo de gran profundidad donde la efigie parece salirse del fondo negro de los azulejos.
Así, los mosaicos de esta antigua casa hermandad (actualmente en venta) se convierten en dos simbólicas ventanas a las que se asoman los Titulares, como dos vecinos que observan la tranquilidad de esta calle. Sin duda la gran duda es qué será de estos mosaicos si el inmueble es vendido, ya que suponenos que tendrían que ser desprendidos por manos expertas para mantenerlos en buen estado.
La nómina de mosaicos pasa, lógicamente, por el trabajo del amigo Pablo Romero, que cuenta con dos obras de gran calidad y cierta similitud realizadas en los años 2004 y 2008 respectivamente. La primera se ubica en el primer piso de la fachada del Hotel Kris la Tribuna, en plena calle Carretería, justo enfrente de la famosa tribuna de los pobres, escalinata que todas los días de Semana Santa se llena de un público popular y devoto, que jalea y vitorea como nadie a los tronos, y en especial a imagenes como la Virgen del Rocío.
El retablo hace pareja con otro del Santísimo Cristo de la Sangre, y contraste sobremanera sobre la tonalidad rojiza de la pintura del edificio. Se trata de una pieza sumamente colorista de un tamaño de 0,90 x 1,20 m, donde la talla es escoltada por dos querubines que recogen jazmines que van engalando toda la orla dorada. El fondo es sencillamente magistral, con una degradación de azules y tonos pastel que aluden a un atardecer que deja un suave tono en el rostro de la Virgen, con un tenue brillo solar que para nada distorsiona la peculiar policromía. El trabajo pictórico de los pliegues es muy elaborado consiguiendo sensación de cierta tirantez del manto y caída de las mangas por el leve peso del ropaje. Mención aparte es el estudio y colorido del aro de estrellas, así como de los pendientes, la medalla o las cuentas del rosario.
De nuevo el maestro Romero nos sorprende en 2008 con otro trabajo de la misma imagen que intenta diferenciarse del anterior, aunque lógicamente mantiene su peculiar sello. El mosaico fue costeado por los trabajadores del Centro de Salud Victoria, sito en la calle Chaves, muy cercano a la parroquia de San Lázaro y a la propia casa hermandad, y es todo un recibimiento a cualquier paciente que tenga “número” para una cita.
La visión de la Virgen es más frontal, el tratamiento de la luz más suave y sobre todo es significativo el perfecto encuadramiento del rostro en un mosaico así como el magnífico fondo adamascado. La Novia parece que nos habla con su mirada baja y el juego de sombras de las blondas y el tocado en un ejercicio pictórico que demuestra la evolución del artista en él último lustro. En esta ocasión los querubines son esquinados y escuetos dando un mayor protagonismo a la imagen frente a su exorno exterior. El mosaico viene enmarcado en bastidor metálico que permite su desmontaje, caso de que sea necesario, y en el tarjetón con la advocación repite un pequeño adorno como el que vimos en la placa inicial del sacerdote.
Finalizamos con un intento de mosaico en el Pasaje Valentín Martínez. En una antigua hornacina que cobijaba una imagen en terracota, se ha instalado por parte de los vecinos un rudimentario cuadro con el rostro de la Virgen que tal vez algún devoto o la propia hermandad podría sustituir por un buen retablo cerámico. Ahí dejo la idea. Seguro que sería recibida como la primera vecina de la calle y le haría compañía a la otra devoción en blanco de Málaga.
Seguro que quedan en el tintero más piezas, sobre todo en domicilios particulares sin proyección a la vía pública. Agradecería toda información alusiva para ampliar la catalogación de mosaicos de Málaga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario