Intensa mañana de sábado en el centro de Málaga. El plato fuerte cofrade lo constituía el traslado de la Virgen de los Dolores y la misa pontifical en la Catedral. Amanecía a eso de las ocho con unos centenares de cofrades en la destartalada avenida de la Aurora. Un nutrido grupo de hermanos con cirios alumbraban al trono, delante del cual se iba rezando el Rosario, todo ellos amenizado con los sones de una capilla musical.
Algunos nubarrones e incluso alguna gotilla ha caído, pero tranquildad porque el hombre del tiempo ha dado buenas noticias para esta tarde.
Consabidos saludos entre los cofrades de a pie, y todos con nuestras cámaras, listos a inmortalizar estos momentos históricos de ver a la Virgen con la luz matinal, como la del Carmen pero con otros tonos y otros calores más llevaderos. Hasta Don Enrique Navarro no se ha querido perder el momento y así ha estado presente en su busto de bronce, como la campana del trono.
La Virgen, impresionante, perfumando a nardos y ataviada con sumo gusto, en especial con un manto que mezcla bordado y pintura. En su mano, una pequeña vara de nardo habla de la temporalidad de las flores.
La comitiva seguía avanzando, con el guión al hombro al más puro estilo de lanzamiento de jabalina, hecho que tambien critico a la Expiración, ya que lo lógico y tradicional es portarlo en Málaga de manera presentada, y digo lógico porque así se aprecia el escudo desde los dos lados de la calle. No deja de ser un detalle, pero de detalles está compuesto el conjunto de una comitiva.
La ciudad seguía con su ritmo matinal, y como en el anuncio, el de Bimbo descargaba su camión sin inmutarse lo más mínimo. Es la grandeza de Málaga, que todo cabemos y todos compartimos un espacio público. Eso sí, menos mal que los paquetes de molde no hacen ruído, ya que si fuese un repartidor de butano, el sonido de las bombonas se habría cargado el fondo musical de la capilla, que ya de sí se diluía por la espaciosa avenida.
Saludos y más saludos con los conocidos. Unos, con un gesto; otros, con un comentario; los más lejanos y los visitantes, con más atención. Hasta Blas Infante se ha sumado a la fiesta y quedaba petrificado al paso de la comitiva, que ya enfilaba el Puente de la Misericordia.
Como es casi tradición, había que bajar al cauce del río para ver desde esa original perspectiva el trono. Siempre, eso sí, con cuidado de no pisar ningún regalo canino. Juan Carlos saludaba efusivo desde el Puente y la tentación de la foto no se hizo esperar.
Y luego, dos chascos. El primero, que calle Vendeja estaba llena de coches aparcados y no se ha pasado por ella. Y el segundo, que el paso de la Alameda ha sido compartido con vehículos por el carril central, perdiendo toda la magia. A esa hora con los carriles laterales hubiese sido suficiente, más aún con los pocos coches que hay a las 9 de la mañana un sábado.
Avanzaba la mañana y el sol seguía tímido, y de nuevo momentos curiosos, como el señor con el pijama de rayas, al igual que en la película.
Llegada a la Catedral pasadas las 10 y merecido desayuno en el Framyl juntos a los amigos Fran y Diego. Comentaba con Juan Carlos lo curioso de algunos saludos, como el de un conocido que me dijo “Anda, anda”, o sea “walk, walk” en inglés. Pues eso digo yo, que “anda, anda” y “anda, anda con que digas anda, anda”, que casi es lo mismo que “nada, nada” cambiando de orden las dos primeras letras.
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