lunes, 20 de julio de 2015

La noche que ardió San Juan. 35 años de un "sospechoso" incendio.


ARTÍCULO PARA LA REVISTA CALIZ DE PAZ, PUBLICADO EN 2010, PAG. 93-100.


Por Jose Manuel Leiva Pérez




        
    A la memoria del que fue gran hermano mayor de Fusionadas, D. Marcelino Aguilar Damián (q.e.p.d.)

No todo se ha perdido. Que, si el fuego destruyó cuanto encontró a su paso, nos queda algo grande e indeleble: la fe y la esperanza en Dios Nuestro Señor que, de seguro, no dejará de su mano a vuestra cofradía.  Sabed que el Mayor Dolor de Nuestra Señora es ahora nuestro mayor dolor, que nuestras lágrimas de hoy son las lágrimas de María, de la que, una vez más, imploramos sus favores, y sabed, también, que Málaga cree en vosotros, que en esta hora difícil, quiere estar a vuestro lado igual que se aprietan los claveles a los pies del Crucificado de la Exaltación.

Extracto de una Carta al Director en Diario SUR de 24 de julio de 1980, firmada por el cofrade Rafael de las Peñas Díaz.   



1.- ANIVERSARIO DE UNA TRAGEDIA

En el verano de 2010 se cumplirán  tres décadas de aquella fatídica madrugada del lunes 21 de julio de 1980, cuando un pavoroso incendio destruyó la capilla del Cristo de la Exaltación, en la malagueña parroquia de San Juan.

 Las Reales Cofradías Fusionadas perdieron las imágenes titulares de Ntra. Sra. del Mayor Dolor de la Santa Vera+Cruz, San Juan Evangelista, María Santísima de Lágrimas y Favores, el Stmo. Cristo de la Exaltación y Santa Lucía.  A tan lamentables faltas hay que añadir la destrucción de la propia capilla, que había sido recientemente remozada, y en la que destacaba un cupulín rococó, el remate del antiguo retablo donde existía un medallón con una interesante pintura que la pátina del tiempo hacía confundir entre un Corazón de Jesús o una Virgen María, además de dos altorrelieves con escenas del antiguo testamento: una con el Sacrificio de Isaac y el otra con la Expedición de la Tierra de Canaán. Por fortuna, en aquel suceso no hubo desgracias personales ni las otras hermandades del templo fueron afectadas.

Consideraciones devocionales aparte, la calidad artística de la imaginería calcinada era diversa, ya que oscilaba entre el gran valor de la talla de San Juan Evangelista y la propuesta seriada en escayola de Santa Lucía, que estaba allí depositada por la ONCE. La efigie del discípulo amado, atribuido con fundamento a Fernando Ortiz y cuya cabeza se había salvado de los sucesos de 1931, era de gran hermosura de rasgos y reflejaba la idealización de un prototipo masculino sin afeminamiento ni afectaciones, con una soberbia policromía en tonos cromáticos cálidos. El Cristo de la Exaltación fue una reconstrucción de mediana calidad del escultor Pedro Moreira a partir, también de una cabeza original del  primer cuarto del XVIII, y las dos tallas marianas quemadas eran fruto de la evolución de imágenes sedentes transformadas en erguidas para poder ser procesionadas, y que conservaban parte de las características propias de la escuela malagueña de centurias anteriores.

Los otros tres titulares de la cofradía se encontraban alejados de la zona del fuego, ya que tanto Ánimas de Ciego como Azotes y Columna estaban ubicados en un espacio provisional bajo el coro del templo junto a la entonces puerta tapiada, y por otro lado, el Cristo de la Vera+Cruz se libró providencialmente de las llamas porque por aquel entonces permanecía guardado y hecho trozos en un arcón de madera hasta su posterior recomposición y restauración una década después. 





2.- EL CONTEXTO HISTÓRICO

Los primeros años de la transición política española fueron una época convulsa desde muchos puntos de vista, incluida la perspectiva de las hermandades y cofradías que, en parte, reflejaban aquella realidad social. Fue un periodo muy participativo y reivindicativo, con un despertar del mundo político, sindical  y del asociacionismo, todo ello enmarcado dentro del ámbito de la renovada identidad andaluza, con el cercano recuerdo en diciembre de 1977 del asesinato del joven malagueño José Manuel García Caparrós.

 En la prensa de la época se refleja cómo cada grupo intentaba definir un espacio propio, darse a conocer a la ciudadanía y captar afinidades, a veces de una manera forzada, con ciertas actitudes que treinta años después nos parecerían pintorescas.  No faltaban tumultos en el mundo universitario, como los clásicos enfrentamientos entre Fuerza Nueva y la Joven Guardia Roja.

La juventud desembarcó también en el mundo cofrade, tanto en las hermandades clásicas como en las que iban reorganizándose, y así se produjo una creativa mezcla de  ilusión, nueva ideas,  deseos de renovación, búsqueda de autenticidad y alguna que otra improvisación, todo ello enmarcado, en algunos casos,  por una flagrante falta de recursos económicos

Los cofrades de la transición buscaron y encontraron un espacio propio en la sociedad del momento.  Evitaron los fantasmas del pasado y no renunciaron  a su esencia de ser Iglesia y religiosidad popular, en una recién estrenada democracia;  siempre con la proyección externa y la repercusión de las hermandades, especialmente en Semana Santa, comenzando a desarrollarse el aspecto cultural y social de una manera más notoria.

 Así era el caso de Fusionadas, que en 1980 apuesta por volver a dar culto externo al Crucificado de la Exaltación, tras  casi medio siglo sin hacerlo. La puesta en escena  fue tan ilusionante como mejorable vista con el paso del tiempo,  con un cajón a modo de trono realizado mediante un cajillo liso de chapón barnizado en caoba, con apliques dorados del antiguo trono de la entonces denominada Virgen de la Concepción Dolorosa y unos varales de la cofradía del Sepulcro. Sobre esta andas iba un grupo escultórico incompleto en el que llamaba poderosamente la atención la falta de uno de los sayones que debería elevar el madero, y que fue sustituido por un simbólico centro de gladiolos. Además, las manos de uno de estos figurantes fueron prestadas para la ocasión  por la hermandad de la Cena de Sevilla por no poder acabarlas el escultor Dubé de Luque a tiempo.



Tres eran las corporaciones que por entonces residían en San Juan, todas ellas con características muy distintas, ya que frente a la renovación y juventud fusionada, aparecían los nuevos aires formales y estéticos de Dolores de San Juan, que asimismo contrastaban con la oficialidad de la Puente y la Paloma.  Además de la presencia cofrade, en el templo existían otros grupos y actividades como la Adoración Nocturna en sus distintos turnos, además de una feligresía diversas que ya comenzaba a padecer el despoblamiento de la zona centro. También, y de manera puntual, tuvo gran repercusión mediática la celebración de diversos actos relacionadas con la extrema derecha política del momento, con misas por aniversarios concretos, como el del 18 de julio por el  Glorioso Alzamiento Nacional u otras similares.  San Juan  estaba señalada en ciertos círculos locales por este aspecto, debido a que el párroco acogía de buena gana estas iniciativas político-religiosas y algunas de las homilías tenían  un claro sesgo político.     


3.- PESADILLA DE UNA NOCHE DE VERANO

El fin de semana del 19 y 20 de julio de 1980,  media España estaba pendiente del inicio de los polémicos Juegos Olímpicos de Moscú.  En Málaga, con un terral sofocante, la Virgen del Carmen del Perchel volvía a bendecir un año más las aguas de la bahía. Ese sábado coincidió con la celebración en el recinto Eduardo Ocón de una verbena benéfica, promovido por la Comisión de la Exaltación de Fusionadas, para recaudar fondos para sus exiguas arcas.

El turno 20 de Adoración Nocturna Santísimo Cristo de Ánimas de Ciegos, como todos los vigésimos días de mes, estaba convocado en el templo pasada la medianoche. Habitualmente se encendía la capilla, tanto la luz eléctrica como la cera, y se pasaba a los salones parroquiales para oír una charla, previa a la Adoración, por parte del sacerdote. Los asistentes aquella fatídica noche fueron: Marcelino Aguilar, Manuel Requena, Manuel Martín, Rafael Palomo, Ignacio García, Juan Delgado, Agustín Escalera, Antonio Bravo y Antonio Domínguez, éste último, secretario por entonces de la hermandad, y que fue la primera persona que, en el silencio de la noche, advirtió al salir de la sacristía, el crepitar y el resplandor del fuego, con unas llamaradas que salían de la capilla del Cristo de la Exaltación, cuando se disponía a llevar los vasos sagrados a la misma. Así, de inmediato dio el aviso de fuego al resto de compañeros.

Los minutos siguientes parecieron eternos y aterradores, al ser una mezcla de confusión y temor, unido a la impotencia de no poder hacer nada ya que las telas y maderas de la capilla fueron un auténtico caldo de cultivo para el fuego, que poco a poco fue rodeando y consumiendo todas las imágenes, siendo la última en prender la Virgen de Lágrimas y Favores, que se encontraba en el lateral izquierdo de la capilla, pero fue del todo imposible salvarla, por la virulencia del incendio.

El párroco llamó a los bomberos desde el teléfono de la sacristía, que de manera rauda acudieron con 4 vehículos. A esas horas apenas había tráfico rodado, pero pese a la cercanía hubo que dar un pequeño rodeo para acceder a San Juan desde la Alameda. Al mando de aquel equipo estaba el Cabo Sargento Eusebio Pérez. Como curiosidad, dos de los participantes en la extinción de las llamas son cofrade del Cautivo: Antonio Castillo y Ricardo García, quizá en una intervención sumamente triste para ellos, por comprobar como una cofradía hermana perdía parte de su patrimonio más querido, aunque  hubo que felicitarse por la ausencia de desgracias personales, pese a que algún bombero peligró en su integridad al desplomarse la cúpula de la capilla, además de tener que desalojar a algunos vecinos del Postigo de San Juan.  

En el archivo de bomberos figura el parte de incidencias de aquella noche, un sencillo documento que refleja aquella intervención de unos interminables minutos, que hubo que repetirse a la mañana siguiente para verificar el estado de la zona y enfriar las vigas.                

Las primeras luces de la mañana certificaron el desastre con el impresionante simbolismo de Jesucristo calcinado en la Cruz, único resto identificable sobre una montaña de escombros, como si se tratase de un morboso Calvario.  Poco a poco fue congregándose gente en un inundado San Juan, ya que se habían vertido miles de litros de agua para sofocar las llamas, en una mezcla de nervios, lágrimas, solidaridad y consuelo mutuo.




4.- LA NOTICIA EN PRENSA  

Por aquél entonces, dos eran los diarios locales: Sur y Sol de España. Los lunes no tenían edición ya que era el turno de la Hoja del Lunes.  El martes 22 de julio, la portada del rotativo de Martiricos, dirigido entonces por Francisco Sanz,  anunciaba varias noticias políticas,  la presentación del C.D. Málaga, y el incendio de San Juan con una impresionante foto de Salas y el escueto titular La Capilla de la Exaltación destruida por un incendio. En página de sucesos detallaba el caso en una crónica sin firma que insiste en la gran pérdida artística y las muestras de apoyo.

  Por su parte el desaparecido Sol de España de aquel martes,  dirigido por Rafael de Loma, traía a su portada el fuego por partida doble, ya que a la noticia de San Juan, con el  ambiguo titular Destruidas las imágenes de las Cofradías Fusionadas se le unía otra reseña de un incendio en los montes de Marbella y Ojén. En la crónica de Laura Smith, con fotos de Enrique, llama la atención cómo un conmovido hermano mayor, Marcelino Aguilar, agradece el primer donativo de 100 pesetas, que piensa enmarcar como símbolo del apoyo de los malagueños.  Además, los dos periódicos insisten en dos posibles causas del fuego: un cortocircuito o un accidente con una vela.  Se comenta que por aquel entonces vivían algunos gatos en el templo, que a veces se cobijaban bajo las túnicas de algunas imágenes, pudiendo ser responsables del accidente, tal vez por el derribo fortuito de un candelabro encendido.

Algunas publicaciones han tratado esta cuestión en sucesivos años, de manera más o menos directa. La recordada revista Guión de 1981, dirigida por Antonio Bueno,  antecedente de la actual Saeta, incluye una entrevista con el hermano mayor que hace memoria de los sucesos con cierta perspectiva, ilusión y agradecimiento al pueblo de Málaga. Además, incide en las causas oficiales con un enigmático eso no está claro, ni nunca se sabrá.




5.- APOYO UNÁNIME

       La reacción solidaria ante la tragedia fue inmediata, algo habitual en este tipo de lances, más aún en una hermandad tan humilde y querida, que incluso carecía de algún tipo de seguro. Ese mismo lunes se celebró un cabildo a las 9 de la noche que nombró una Comisión Restauradora, presidida por Manuel Cárdenas,  que prácticamente se reunió de manera diario durante todo el resto del verano.

Junto a las aportaciones económicas de toda índole, hay que reseñar diversos ofrecimientos concretos, unos  a título particular y otros de manera corporativa, de mayor o menor entidad, pero siempre como una muestra de apoyo. Así es de justicia recordar, entre otros muchos a:

1.                          La de la Agrupación de Cofradías que sufragó la realización del nuevo Crucificado de la Exaltación. Para ello, se creó una comisión formada por notables cofrades del momento, como Francisco Toledo, Francisco Hermoso y el matrimonio Gómez Raggio-Carrera, que presionaron para que el autor escogido fuese Álvarez Duarte, hecho que tropezó con las preferencias de Fusionadas que apostó por Francisco Buiza.  Es curioso cómo no se planteó en ningún momento la opción de Dubé de Luque pese a estar realizando el grupo escultórico, ya que era considerado un escultor más mariano.  La cantidad finalmente donada fue de 550.000 pesetas (15.000 por cada hermandad).
2.                           El propio escultor Antonio Dubé junto a un cofrade malagueño que quiso quedar en el anonimato,  que donaron la nueva Virgen del Mayor Dolor.
3.                          La hermandad de las Angustias del Descendimiento, presidida por Cristóbal Moreno, aún con sede en San Felipe y sin agrupar, que organizó una cuestación callejera con la instalación de distintas mesas por la ciudad.
4.                          Diversas hermandades de Gloria de la ciudad.
5.                          Agustín Clavijo, por entonces Director del Museo Diocesano de Arte Sacro, que ofreció una Dolorosa de su propiedad atribuida a Fernando Ortiz, y que el propio SUR del martes 22 de julio se adelanta a vaticinar erróneamente que sin duda será procesionada el próxima año.     
6.                          El ceramista Juan Ruiz de Luna,  que ofreció un nuevo retablo de azulejería para la capilla, vinculado a la hermandad por pertenecer a ella dos de sus nietos.
7.                           Francisco Peralto que publicó un pequeño libro con el título de Corona Poética para un Cristo Quemado, cuyos beneficios fueron para la hermandad.
8.                          El Gobernador Civil de Málaga, D. José Estévez Méndez que medió ante tres ministerios para conseguir diversas subvenciones para la restauración de la capilla.
9.                          La Constructora Yergo, Familia González Muñoz, que desinteresadamente realizó las obras de reconstrucción de la capilla, y así una sucesivamente, una lista de particulares y empresas
10.                      Juan Casielles del Nido, que rediseñó la capilla de la Exaltación, contando con la colaboración de su discípulo Eloy Téllez Carrión.

Por desgracia, tanto Juan Casielles, como Juan Ruiz de Luna fallecieron antes de la bendición en 1982 de la capilla restaurada del Cristo de la Exaltación.



6.- LAS DUDAS SOBRE UN POSIBLE ATENTADO

Aunque la prensa del momento transmitió desde el mismo día 22 de julio una versión oficial de la causa de los hechos, de la que nadie discrepó por lo menos públicamente, las circunstancias que rodearon aquel suceso dejan entrever la posibilidad de que el incendio fuese intencionado. Así se reflexiona en el Boletín Informativo de Fusionadas nº 56, de la Cuaresma de 2002, que junto a la opción del cortocircuito y la caída accidental de la vela, analiza un tercer supuesto, eso sí, 22 años después del suceso:

Un incendio intencionado provocado por algún grupo de extrema izquierda que arrojara desde la calle un artefacto incendiario, como reacción ante la celebración en San Juan de actos religiosos promovidos por grupos de ideología ultraconservadora.  Esta teoría viene avalada por la existencia previa de alguna amenaza telefónica al Párroco.

Aunque nunca habrá una certeza absoluta de las causas, hay varios factores a tener en cuenta. Pese a ello, la versión oficial no era descabellada, ya que distinto habría sido que la capilla hubiese estado apagada o la iglesia cerrada y vacía.  Por fortuna, el hecho de la presencia del turno vigésimo de Adoración permitió dar coartada a la versión oficial, y sobre todo sirvió para transmitir la alarma con celeridad, ya que en caso contrario, tal vez podría haber ardido todo el templo.



Además, la virulencia del fuego como si estuviese avivado; un extraño olor como a disolvente o gasolina; la coexistencia del incendio y la luz eléctrica en el templo, hecho que puede cuestionar el cortocircuito; y sobre todo, los comentarios de algún vecino que oyó carreras hacia esa hora en el exterior del templo pueden ser factores que inclinen la balanza hacia esta opción, más aún cuando el suceso se produce justo después de la misa del viernes 18 de julio en una capilla con acceso a la calle a través de una cristalera sin rejas.



En este supuesto caso, no se hubiese buscado atentar contra una hermandad específica, sino sobre la iglesia de la manera más rápida, como podía haber sido el arrojar un aparato incendiario por la ventana más cercana a la calle Cisneros, vía entonces de fácil acceso en coche, junto a un balcón con apariencia de vivienda parroquial. Aún hoy en día ocurren actos cobardes de similar calaña, aunque de una menor proporción, como son las pintadas que suelen aparecer en algunos edificios religiosos, como aquella que hace pocos años sentenciaba que La Iglesia que mejor ilumina es la que arde.

Por otro lado, la actuación de bomberos no incluyó un informe de las causas del siniestro, y asimismo no consta la existencia de denuncia o investigación policial alguna, ya que no figura en los informes diarios al Gobernador Civil de la Provincia.



Tampoco hay ninguna alusión en la prensa local, aunque sí en una carta al director del día 6 de septiembre de 1980, en el ABC de Madrid, firmada enigmáticamente por una feligresa de San Juan, que dice:

… un suceso que puede contar tal y como ha sucedido, cosa que no ha publicado ningún periódico y revista. Se trata del incendio de la capilla de la Exaltación, en la parroquia de San Juan en Málaga, en donde perecieron por las llamas valiosas imágenes del siglo XVII y XVIII, además de la cúpula de gran valor arquitectónico. El Cristo ha quedado totalmente calcinado, pero entero, ante el cual se postran, entristecidos y con gran pena, los malagueños ante esta salvajada, pues el fuego fortuito (esto ha publicado la prensa) no fue tal, sino provocado, para castigar y advertir a esta parroquia que no celebre más misas por el 18 de julio, ni por los Caídos, según carta en la iglesia recibida a raíz del incendio, ocurrido dos días después del mencionado 18 de julio.  Prescindiendo de todo sentimiento religioso, el arte ha perdido obras irrepetibles, destruidas por los que se dicen estaban oprimidos por la subcultura del régimen anterior.

Este revelador escrito apunta cuatro hechos importantes, como son la posible censura de la citada carta en la prensa local,  la certeza que algunos feligreses o ciudadanos tenían del suceso, la existencia de una supuesta carta tras el incendio, y sobre todo el miedo a represalias, lo que convierte el escrito en un anónimo, que curiosamente publica el diario madrileño junto a otras dos misivas de temas diversos, en este caso con nombre y apellido.  
 .


7.- UN FUEGO RENOVADOR

Afirman veteranos cofrades fusionados que hubo un antes y un después de aquella tragedia, y no sólo en esta Real Hermandad sino en el general de las cofradías malacitanas y por extensión en la Iglesia Diocesana, que superó con este mal trago la transición política, como meses después hizo todo el país tras el fracaso de intento de golpe de estado de febrero de 1981.

Quizá una sabia mezcla de prudencia y miedo acalló a los más exaltados, nunca mejor dicho, dejando que transcurriesen unos meses hasta la bendición de la nueva Virgen del Mayor Dolor el 25 de octubre del mismo año. Colocar al culto la Virgen que ofreció el recordado Agustín Clavijo podría haberse interpretado por algunos como un signo de provocación o de fuerza, más al contrario el luto se limitó a una misa presidida por los estandartes de los titulares desaparecidos en el templo.  Eso sí, ese otoño se celebró un Rosario Vespertino extraordinario con la nueva talla mariana, que rebasó la feligresía hasta llegar a los alrededores de la Catedral, siendo la primera actuación en público de la recién creada Banda de Cornetas y Tambores de Fusionadas.

Además, el Domingo de Ramos de 1981 el Rosario de la Aurora que presidía la Virgen de Lágrimas y Favores fue realizado excepcionalmente por la de Mayor Dolor, para así continuar con la tradición, que, además, tuvo que retrasar su salida procesional al Jueves Santo, junto a Ánimas de Ciego y Azotes y Columna,  por motivos de lluvia.  Un año más tarde, se recuperó todo el patrimonio iconográfico con la bendición de Exaltación, Lágrimas y Favores y San Juan Evangelista, con un dispar resultado artístico, entre la maestría, la repetición o la copia, según cada caso.



            Los niños de Fusionadas obtuvieron su mayoría de edad una triste noche de verano y su juventud quedó tapiada ladrillo a ladrillo tras un muro, como las imágenes calcinadas.  Francisco Peralto lo recordaba así en el último poema de su simbólico librito.

 Es muy dura la noche  //  Ante la destrucción  //  Frente a esta muerte aparente //
Proyecto levantado con amor y esfuerzo  //  Muestra concedida por la bondad de Dios  //  Prueba de amor vacío de palabras  //  No atreverse a tocar la calcinada forma  //  El llanto de los ojos //   La carcoma del fuego //  Los encajes y el hilo de oro //  La basura que ahora es esto  //   Mas es tiempo de gritar y decir cosas útiles  //  De volver sobre los pasos apresurados  //  De sembrar órdenes que se cumplan  //  Trabajar y restaurar todo lo amado  //  Que el joven Dios es como un mar  //  Y como un incendio también  //  Que Cristo es el suma y sigue  //  La Vida que única preside.   


BIBLIOGRAFÍA:

SÁNCHEZ LÓPEZ,  J.A.: El Alma de la Madera, Cinco Siglos de Iconografía y Escultura Procesional en Málaga, Ed. Real y Excma. Hdad. de Ntro. Padre Jesús del Santo Suplicio, Stmo.Cristo de los Milagros y María Stma. de la Amargura (Zamarrilla), Málaga 1996.

AGRADECIMIENTO:

Al buen cofrade y mejor persona, D. Antonio Domínguez Ruiz, por todos los datos aportados para la redacción de este artículo.   


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