domingo, 13 de diciembre de 2015

La eterna espera de Ramón Franquelo.

Décadas y décadas llevaba el literato Ramón Franquelo esperando que una procesión pasara por su calle. Década y décadas viendo pasar cortejos Álamos abajo o arriba, camino de Carretería o de la plaza de la Merced. Casi lo había dado por imposible, por la curva tan cerrada de su vía, coqueta como ninguna, decimonónica y señorial, cuando una mañana de Adviento, vio acercarse un pequeño cortejo por la Plaza. Era el traslado del Rico y la Virgen del Amor, que desde Santiago se dirigía a San Julián. Y de pronto la cruz guía giró hacia su calle, no querían tener mucho tiempo el tráfico de Álamos cortado, y Ramón Franquelo vio su sueño hecho realidad, durante unos minutos su pavimento se llenó de gotas de cera, a los sones de Jesús de las Penas en capilla musical. Eso sí, faltó una saeta desde los balcones de la Peña Juan Breva.



  

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