viernes, 3 de mayo de 2019

Ha llegado el momento de que todos los cofrades opinemos.

Ha acabado la Semana Santa 2019. Viva la Semana Santa de 2020.

De la teorías y los augurios (positivos y negativos) hemos pasado a la práctica. Ya podemos trabajar con datos concretos. La realidad virtual del nuevo RO se ha convertido en su plasmación en la vía pública. Muchos decían "vamos a ver y luego opinaremos". Ahora es el momento de mojarse, de ahí que no haya lugar a declaraciones como la de que es "un tema agotado" o "ya hemos tomado nota". Estos comentarios sólo hacen echar gasolina al fuego.

Ya todos sabemos cómo afecta el nuevo RO a los abonados, a los no abonados, a las cofradías, al público en general, a la ciudad, a la Catedral,  a las retransmisión televisivas, a la imagen  de la ciudad. Ya sabemos cómo afecta a los hombres de trono y a los nazarenos, ya sabemos que los tiempos de toma de hora eran aproximados y que hay que ampliarlos. Ya sabemos qué pasa cuando se acercan tanto la salida y la entrada de un recorrido, que más que un itinerario es un circuito circular. Eso sí, es una visión parcial porque los días grandes hubo la mitad o incluso menos, de público por motivo del mal tiempo. Por fortuna no ocurrió la "tormenta perfecta" que hubiese sido la temible lluvia a Mena en la zona de la Catedral, y todo el recorrido ocupado incluida su vía de escape, Especería-Cisneros. Ya sabemos que la rampa es todo un acierto y que los naranjos no estorban y al contrario pueden servir para darle una mayor belleza al entorno.

Ya sabemos que no pasaría nada si reducimos a la mitad la tribuna principal, dejando un solo palco por hermandad, ya que durante muchísimas horas están totalmente vacíos. Ya sabemos que se podrían vender localidades por días, o incluso medios días. Ya sabemos que los niños de Pollinica son niños y no supermanes.

Ahora llega el tiempo de bajar la crispación, de tener visión de futuro pensando en que somos herederos de un preciado tesoro que hemos de legar a las generaciones venideras. Pero sobre todo es el momento de decir la verdad, de oir a los profesionales, como policía y bomberos, de no jugar con medias palabras, o con discursos políticamente correctos.

 Y sobre todo es el momento de no ponerse de perfil, como los egipcios, y menos aún de desaparecer o hacerse el invisible. Es el momento de reflexionar (no en un debate de una hora o en una entrevista más o menos amable).

A los cofrades se nos exige altura de miras (tanto a los que están en las directivas como a los de a pie, a los que hablan como a los que callan, al joven de 16 años y al abuelo de 80 que tantos Domingos de Ramos ha vivido)

Es la hora de que muchos hermanos mayores no repitan el craso error que tuvieron el verano pasado de sustraer el análisis y el debate a sus hermanos de cuota, a la gran masa de malagueños (unos 80.000) que financiamos con nuestras cuotas y enriquecemos con nuestra participación la Semana Santa.

Tampoco estaría nada mal oir a los abonados (5 mil que ocupan unas 25 mil sillas) y tampoco estaría mal oir a la Málaga que baja a ver las procesiones, y a los comerciantes, tanto a los respetuosos, como a los que dejan los luminosos encendidos o pasan con sus bandejas por entre las enlutadas filas de ruoan.

Sería un error demonizar a los de las lucecitas de móviles en la noche del Lunes Santo. Gracias a ellos muchas hermandades han pagado y pagan alguna cuota mensual de sus hipotecas. Hay que reflexionar de porqué ha ocurrido esto, al igual que hay que pensar friamente lo que ocurrió el Jueves Santo con Vera+Cruz. El día que nos falle el público, apaga y vámonos.

Es el momento de ponerse el mono de trabajo. Es el momento de ser inteligentes, y fríos dentro del apasionamiento que caracteriza el mundo cofrade.  Es el momento de pensar qué Estación de Penitencia queremos dentro de la Catedral, y sobre todo es el momento de no buscar vencedores ni vencidos, y decida lo que se decida, siempre oyendo a los 80 mil hermanos de cuota, todos meteremos el hombro a una.

Es el momento de pensar en una Semana Santa enfocada para las familias malagueñas pero abierta al mundo, como ciudad cosmopolita que somos. Es el momento de que unos padres no tengan miedo de meterse en ratoneras ni quedar bloqueados por vallas absurdas en algunos casos. Es el momento de profesionalizar de una vez por todas la gestión de comunicación y seguridad.

Yo personalmente he sugerido a la web de la Agrupación una encuesta popular (como están haciendo algunas cofradías con sus hermanos) para oir las opiniones de todo el mundo. Mientras más información, mejor que mejor. Estoy esperando respuesta que seguro recibiré más pronto que tarde. No es de recibo que la gente se desahogue en el PTV o en los comentarios de SUR.

Es el momento de pensar en positivo. De pensar en beneficio de todos, incluidos las cofradías grandemente perjudicadas del Perchel, la lejanía de Nueva Málaga o las hermandades de centro pivotando sobre sí mismas hasta marearse. Es momento de pensar en Carretería y lo huérfana que ha estado en algunas jornadas y sobre todo cómo airea el público en nuevos entornos.

Es el momento de pensar en 2020 pero también en 2025 y en 2030, y entre medias un Centenario en el que todo ha tenido que quedar claro.

Es el momento de pensar que la Alameda está destinada a ser procesionada en su totalidad, cuando terminen las obras. Una Alameda a mitad, como ahora de manera provisional, está coja, de ahí que la tendencia natural sea a completarla, lo que aplicado al recorrido nuevo sería un perjuicio aún mayor para cofradías del otro lado del río, y casi haría imposible un feliz regreso, como se merecen, de tronos como el de la Virgen de los Dolores Coronada.

Es el momento crucial. Espero altura de miras de los dirigentes. Y sobre todo,  no dejemos que llegue el verano y solventemos esto con el eufemismo del "amplio margen de mejora".

No hay que decir sobre el mobiliario (que tambíen) sino sobre el trazado, unido con el mobiliario, los efectos colaterales y la Catedral.

Nunca no habíamos enfrentado a un reto tan grande. Recuerda a los que reconstruyeron la SS tras los tristes sucesos de los 30 (salvando las distancias, lógicamente, que luego alguno se enfada y se pone "estupendo" con la comparación).

Es el momento de que 80 mil personas decidamos qué RO queremos: el antiguo o el nuevo, aplicándole a ambos los parámetros de seguridad y las dos puertas.

Es el momento de reflexionar si tan imprescindible son los 20 mil euros de reparto anual de beneficios de cada cofradía agrupada,  si lo comparamos con localidades cercanas como Vélez Málaga (unos 2 mil euros) o con las Glorias que no reciben ni un euro, y todas ellas tienen un dignísimo patrimonio. La decisión que se tome no puede estar supeditada por el dinero. Sería un tremendo error. Habría que pensar si sería asumible un reparto algo menor en base a una posible pérdida de localidades. Mientras tanto, una banda de música, una docena de claveles o un cirio le cuesta lo mismo a Churriana o Puerto de la Torre que a Estudiantes o la Sentencia, por ejemplo.

Ojalá acertemos. El futuro de la Semana Santa de Málaga nos va en ello. Un error generaría desafección, desidia y acabaríamos siendo en pocas décadas un descafeinado producto cultural para turistas al modo de la cabalgata histórica de agosto, donde lo fingido supera a lo real.

Alejar las procesiones de Carretería o Arriola y acercarla a los hoteles de 4 * puede pasar factura en un par de décadas, y no me refiero al valor de los balcones.

La pelota está en el tejado de los 41 hermanos mayores. Es el momento de ser valientes. La tibieza o la complaciencia no son buenas compañeras de camino en esta bendita lid. 


FELIZ PASCUA. Seamos díscípulos de Emaús, seamos sus discípulos en Málaga.


2 comentarios:

  1. Solo decir que no ne gustaría otra Semana Santa como esta de 2019. Ha sido caótica y los responsables de este fiasco deberían de dimitir en pleno. Y por cierto que tal si vivieran ellos las procesiones voló apestados detrás de las vallas. Un saludo.

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  2. Para mí las sombras oscurecieron a las luces, si es que las hubieron.
    Me entristece ver el grado de auto complacencia de los miembros de la Agrupación, excepto algún hermano mayor algo "díscolo".
    De seguir así, la Semana Santa se pierde.

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