Cuando nos enfrentamos a
una imagen religiosa de la Edad Moderna es fundamental que tengamos en cuenta
el carácter devocional de muchas de éstas, sobre todo si nos movemos dentro del
contexto geográfico español, y en especial el andaluz. Así pues, en nuestra
tierra convergen un sinfín de advocaciones cristológicas y marianas que pueblan
iglesias, parroquias, conventos, oratorios y domicilios particulares del
territorio. Esta devoción se solía fomentar con la imagen gráfica,
principalmente a través de los grabados, pero también con cultos externos en
forma de procesión. En el s. XXI, las hermandades, cofradías y
demás corporaciones han permitido que estas tradiciones se mantengan
vivas en ciudades modernizadas, globalizadas y con un flujo de turismo que en
ocasiones roza lo insostenible.
Sin embargo, en el panorama escultórico/procesional de
Andalucía hay ciertos modelos iconográficos ausentes en algunas de las ciudades
de la región. Frente a los más que conocidos nazarenos, crucificados, dolorosas
o soledades, hay otros temas menos tratados, como pueden ser el Despedimiento o
el Lavatorio.
Al igual que el grabado, la pintura o el retablo cerámico, la fotografía sirvió como medio para la difusión de la imagen religiosa |
Dentro del Arte Cristiano, hay determinadas tipologías iconográficas que más que representar un episodio concreto de la Pasión de Cristo, se centran en alegorizar ciertos conceptos abstractos a los que los creadores tienen que darle figuración. Uno de los más conocidos es el Triunfo de la Cruz. El tema elegido para este artículo es el de la de la representación de Cristo como Varón de Dolores. La fuente para esta iconografía aparece recogida en el libro de Isaías[
"Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y
sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y
no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba
y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido
de Dios y humillado. Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por
nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus
cardenales hemos sido curados." (Is 53,3-5)
Con este
pasaje, el profeta Isaías prefigura la imagen de Cristo como hombre que da su
vida y sufre voluntariamente para salvarnos y perdonar los pecados. Pero no se
trata de un sufrimiento en vano, sino que Cristo triunfa sobre ellos, al igual
que triunfó sobre la muerte a los 3 días de morir en la cruz. Esta es la idea
fundamental que José María Ruiz Montes plasmará en su Varón de Dolores, la
representación alegórica del sufrimiento de Cristo en la Pasión (ejemplificada con
los atributos pasionistas) y su triunfo ante el Maligno. Ya desde el s. XVI,
autores del ámbito germánico popularizaron esta iconografía, que podía adoptar
distintas formas. El pintor y grabador Alberto Durero fue uno de estos artistas
que configuraron la imagen del Varón de Dolores, que podía adoptar distintas
formas, tal y como podemos apreciar en sus grabados. En España, fruto de la
influencia de Durero, artistas como Luis de Morales hicieron sus propias
versiones de esta alegoría.
Distintas representaciones del Varón de Dolores. Durero S. XVI |
En España no son pocas las representaciones de Cristo como Varón de Dolores en el panorama escultórico, lo que ha permitido la configuración de pasos procesionales en algunos casos. Así pues, contamos con ejemplos repartidos por la geografía española: Tacoronte (Tenerife), Jumilla (Murcia), Serradilla (Cáceres), Madrid o Sevilla, entre otras.
Algunos ejemplos de Varón de Dolores. Serradillas (Cáceres), Tacoronte (Tenerife) y Sevilla, respectivamente |
Sin embargo, la ciudad de Málaga no contaba con un Varón de Dolores, que tengamos constancia, hasta hoy día. Si que hay en la provincia, como el que realizara Raúl Trillo para la parroquia de la Virgen del Mar en Torremolinos, inspirándose en el modelo de Serradilla. La aportación iconográfica a Málaga llegará (si se cumplen los plazos) para el año 2021, coincidiendo, curiosamente, con los actos de celebración del Centenario de la Agrupación de Cofradías de Málaga, por lo que quizá sería interesante realizar la presentación/bendición de la imagen estableciendo algún tipo de nexo con la entidad de San Julián.
La talla la
encargan los Cofrades de Gamarra, surgida en el seno del colegio de las Hijas
de Jesús (Jesuitinas) para sustituir a la imagen anterior, obra del escultor
local José Dueñas, al igual que se hiciera con la dolorosa, del mismo autor.
Fue en 2016 cuando el artista José María Ruiz Montes colaborara por primera vez
con la asociación, realizando la Purísima Madre del Buen Camino, efigie que es
procesionada por los patios y jardines del colegio en la mañana del Viernes de
Dolores. Actualmente es un referente dentro de la imaginería sacra a nivel
nacional, siendo una pieza altamente valorada por especialistas en Historia del
Arte y Escultura Religiosa.
El Varón de Dolores de Ruiz Montes será una
representación de Jesús sosteniendo la cruz mientras pisa un cráneo y el orbe
terráqueo, a modo de triunfo de Cristo sobre la Muerte, que hace extensible a
toda la Humanidad. Al ser una imagen alegórica del sufrimiento del Salvador, la
imagen porta los atributos de la Pasión (corona de espinas, clavos, herida de
la lanza en el costado y marcas de manos y pies). Además, a modo de signo
eucarístico, dos ángeles recogerán en cálices la sangre que brota de su
costado.
Artísticamente,
la imagen se caracteriza por la estilización de la figura de Cristo y en la
excelente definición anatómica, sobre todo en la espalda, casi como si se
tratara de una escultura clásica o de Miguel Ángel, uno de los mayores
referentes para el artista. De hecho, el Varón
de Dolores de Ruiz Montes puede recordarnos al Cristo della Minerva de Miguel Ángel.
Como conclusión, se puede constatar la
transcendencia que supondrá esta aportación escultórica, tanto en el contexto
de los grupos cofrades surgidos en este siglo XXI, como en el cómputo general
de la imaginería contemporánea para Málaga, compartiendo protagonismo en el olimpo escultórico con piezas como las
míticas de Benlliure, Capuz, Palma o las más recientes del profesor Miñarro.
Sin duda,
este vertiginoso salto cualitativo en la imaginería de Gamarra, de Dueñas a
Ruiz Montes, se presenta como un reto y un referente para otros grupos cofrades
en los próximos años y es una importante carta de presentación para una futura
hermandad agrupada.
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