Ver una casa tapiada y arruinada, decorada para el paso de la Patrona, puede tener varias lecturas: desde la surrealista, a la reivindicativa de un barrio medio derruido y agobiado por los apartamentos turísticos, hasta la existencia de los fantasmas de los antiguos vecinos.
Ya puestos, en clave berlanguiana Mr. Marshall podríamos acabar poniendo maniquies en los balcones o autómatas que hagan petaladas.
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