El pasaje de Chinitas es punto y aparte. Si hubiese una tormenta nuclear, quedaría exento ya que está protegido por inmensas sombrillas. El mal gusto impera por todos lados e incluso se ha adueñado de una farola artística, que sirve de soporte para un anuncio de comidas. Si Federico García Lorca levantase la cabeza seguro se desdeciría de las palabras a Paquiro, y más que valiente y gitano, hablaría de más kitsch.
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