Esta foto es un símbolo del estado de languidez y decadencia en que ha entrado la celebración del Corpus. Una desértica Plaza por la que pasaba un descamisado con bañador negro,que iba o venía de la playa, bajo un sol de justicia en el lugar más emblemático de la ciudad, y que hizo un comentario incalificable.
Es indudable que quitar el altar de la plaza es un grave error (aunque el descamisado tenga que dar un rodeo y parezca que lleva un guión al hombro), ya que aparte de ser símbolo central de la Fiesta sirve como pantalla y genera un espacio apacible de sombra que invita a que el público ocupe este lugar.
El montaje de Molina Lario ha sido un éxito. Ahora toca mantenerlo y recuperar el de la Plaza, ya que cualquier evento en la ciudad debe tener presencia en este cruce de caminos, bajo la bandera nacional.
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