Todos los años se repite el rito, y la Virgen de las Mercedes consigue el milagro de que desaparezcan los coches de las calles del barrio industrial del Tarajal. El barrio se vuelca y es engalanado de una manera sencilla pero elegante.
Todos los años intentamos ir, y de nuevo caemos en la tentación de convertir la inmensa chimenea de su vetusta fábrica abandonada en una cirio de la candelería que ilumina a la Virgen.
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