Para un calle que parece que tiene cierto decoro artístico en las rotulaciones, como es Alcazabilla, y no tiene el ayuntamiento otra que permitir una publicidad tan espantosa, incluida las banderolas. Si Pablo Picasso o Temboury levantaran la cabeza seguro que se sonrojaban de semejante catetada. Un poco más y nos ponen el chiringuito en el teatro romano. Patético.
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