domingo, 3 de enero de 2016

Mater Mea y los peces en el río.

De lo sublime a lo esperpéntico puede haber una línea muy fina.  Domingo 3 de enero, la Virgen de la Esclavitud Dolorosa regresa de su destierro por obras en los Mártires a la iglesia del Santo Cristo.   Esta mañana ya lo había hecho la patrona de Lucena, la Virgen de Araceli, y el próximo jueves 7, le toca el turno al Medinaceli, que tiene ahora que mudarse por obras.

Los que estamos metidos en el ajo lo comprendemos, y en algunos casos no hay mal que por bien no venga, y así podemos disfrutar de la Esclavitud en la calle tras varias décadas o de Medinaceli, uno de los iconos más devocionales de la ciudad. Parte del público se quedaba atónito por ver una procesión bajo luces de Navidad, y en más de una ocasión ha habido que explicar el motivo de obras, y que lo de las furgonetas .. como que no. Sería tan cutre como que una novia fuera a su boda en bus.

Todos los detalles cuidados al milímetro, la flores, el tronito, los portadores, el cortejo, el recorrido por Pozos Dulces, la marcha Cristo de la Agonía, el incienso, etc. etc. Todos los detalles, todos todos, menos uno importantísimo, básico, transcendental, como es el hecho de que el paso por la Plaza ha coincidido con un concierto navideño, estridente como él solo, que supongo llevará previsto meses.

El momento de contrastes ha sido brutal, y ya no es la anécdota de ver luces como fondo de una corona, sino la sorpresa de los propios del festival al ver aparecer por Especería a una Dolorosa de Escuela malagueña, ensimismada en su Dolor, mientras ellos cantaban a la alegría de ver nacer el Niño Dios.  ¿Nadie lo había previsto? ¿No se podría haber vuelto el jueves junto al Medinaceli? ¿y otro horario? Por unos momentos recordaba al show de los manifestantes ante el paso del Chiquito hace unos meses.  Y encima, botijero grabándolo en video.

Por cierto, habrá que desfacer el entuerto la próxima Cuaresma. Esta Virgen pide calle a gritos.

 

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