Madrid, 28 de diciembre. Una comitiva ruidosa avanzaba por la calle Alcalá a media tarde. Todo el protagonismo se lo llevaba un tipo disfrazado de Jesús de Nazaret cargando el madero, pero claro con una cruz hecha de paquetes de regalo que no pesaba ni medio kilo. La mezcla reivindicativa aludía al capitalismo, a la Iglesia, a los pobres, a la usura y no sé si a la capa de ozono de la atmósfera. Los viandantes miraban entre sonrientes, asombrados y alguno que otro cabreado.
Hay que reconocer que el individuo se metía en el papel y hasta recibía algún latigacillo de mentirillijas del banquero Botín, otro tipo que ponía cara de malo pero que no le salía.
Coincidió que se puso en rojo el semáforo de la calle Virgen de los Peligros con Alcalá por lo que no resistí la tentación de saludar al Nazareno y hacerle alguna observación, ya que no todos los días nos encuentramos la escena de la Vía Dolorosa. Eso sí, no me dió tiempo a contarle la polémica que hubo en Málaga por el cambio de túnica blanca del Chiquito en los años 90.
Más o menos este fue el diálogo.
- Hola Jesús de Nazaret. En este mismo momento está Vd. representando al Nazareno del Silencio abrazando la cruz. Ahora bien, no se está Vd. metiendo bien en el papel. Primero debería descalzarse, andar más despacio porque la cruz pesaba unos 60 kg. (no entré en consideraciones con el stipes y el patibulum) y sobre todo cambiar la sonrisita por una expresión de misericordia y perdón, bueno y con lo de la sangre mejor no entramos. Ya sabe, más unción y más lento caminar y si se pone el semáforo en verde para los coches, que se esperen, que queda muy cutre correr con la cruz a cuestas.
- Vale, vale (fue la respuesta, por cierto mal vocalizada) del disfrazado.
Ahí acabó la historia, y la comitiva se largó Alcalá abajo casi corriendo porque llegaban tarde a alguna historia de perfomance, espero que no subvencionada por el erario público.
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