Los actos con motivo de los 3/4 de siglo de presencia de la imagen de Jesús Nazareno en Almogía (Málaga), celebrados el domingo 13 de octubre de 2013, pasarán a los anales de esta localidad, ya que todo el pueblo y muchos cofrades cercanos hemos ratificado el cariño que se profesa a este icono cristífero, que llegó a estas tierras en el lejano y difícil año de 1938.
La hermandad y los vecinos han engalanado el pueblo, y como colofón se ha bendecido un gran retablo cerámico del horno de Pablo Romero, que ha sido colocado en la plaza de la Constitución, frente a la casa consistorial, a escasos metros de la Iglesia parroquial de la Asunción.
El mosaico se descubrió pasadas las 2 de la tarde durante la parte final de la procesión, cuando toda la comitiva y el trono se adentraron el la plaza, y a los sones de la marcha Nuestro Padre Jesús, se descorrió de improviso la cortinilla, levantando el aplauso de todos los asistentes. La emotividad del momento culminó con la excepcional bendición del Nazareno, tanto por el lugar y la fecha, como por la radiante luz otoñal.
El autor del mosaico se siente muy agradecido por el cariño que le han mostrado los cofrades de Almogía, recibiendo múltiples felicitaciones por esta primera obra para el pueblo, habiendo participado en el protocolo de la procesión junto a otros artistas que han trabajado para esta corporación, como bordadores, compositores musicales, pintores, tallistas, etc.
El mosaico mantiene el sello Romero, con una composición de la efigie, escoltada por la tradicional orla dorada y un soberbio fondo adamascado en tonos rojizos, que inciden en la tonalidad morada de la túnica y el acertado ejercicio de los bordados. El rostro interpreta a la perfección el modelo original, y queda enmarcado en la red modular del lienzo vidriado de 90 x 120 cm, adaptado a la pared por un bastidor metálico especial, por la antigüedad del edificio.
Una vez más se ratifica la importancia de que el cliente aporte una fotografía de estudio para el modelo cerámico, hecho que resalta el resultado final, siempre con la sensación de profundidad del cuadro por el detalle de la cantonera de la cruz que invade la cenefa. Un tarjetón en los azulejos inferiores, recuerda el aniversario, en una jornada esplendorosa en la que la euforia de algunos hacía números pensando en el centenario, en el que Dios mediante, estamos todos invitados.
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